Échate un velo a la cara

A veces el deseo de hacer algo bien hecho tiene consecuencias funestas. Los bienintencionados deberían saber hasta dónde pueden llegar con sus buenas intenciones.

La mitología griega nos muestra el mito de El Lecho de Procusto. Éste era un bandido que secuestraba a los viajeros y los obligaba a acostarse en una cama especial. Si eran más largos que la cama les cortaba las piernas o la cabeza. Si eran más cortos, les descoyuntaba hasta poderlos atar a los barrotes de hierro. El mito se refiere a quienes pretenden acomodar siempre la realidad a sus intereses. Y si se les hace objeciones siguen adelante sin inmutarse. En definitiva, todo lo juzgan y lo quieren a su medida, aunque la sociedad tenga, a costa de esta actitud, pérdidas sociales importantes. Sin duda este es el caso que nos ocupa hoy, en este pequeño recuerdo de un caso que afectó de manera profunda a las raíces del flamenco.

[…]Sin duda este es el caso que nos ocupa hoy, en este pequeño recuerdo de un caso que afectó de manera profunda a las raíces del flamenco.

La Ilustración allá, por el siglo XVIII, pretendía convertir a todos los hombres y mujeres de la tierra en ciudadanos. La instrucción era el arma elegida para este propósito. Es la época de fundación de la escuela pública y de la independencia civil. Ningún ciudadano tendría que pedir permiso a otro ciudadano para existir como lo habían hecho siervos y esclavos.

historia gitanos

En España la Ilustración adquiere peculiaridades especiales. La idea de convertir al pueblo en ciudadanos se enfrenta a la tradición de los señoríos, la limpieza de sangre y la ortodoxia religiosa, que mantiene un tipo de moral y de costumbres tradicionales anclados en un pasado glorioso. Este pasado está, en ese momento, en franca decadencia dejando en las capas populares un variado mosaico de descendientes de mulatos, negros, moriscos y judíos. En este contexto se enmarca el mundo gitano. La existencia de estas minorías obligó a legislar para su control. De hecho, los gitanos ya habían sido represaliados en numerosas ocasiones como si fueran una mala raza odiosa de Dios.  Se tiene noticia de que en 1594 se intentó separar en una provincia a los hombres y en otra lejana a las mujeres. En 1637 se produjo una redada de gitanos para remeros en galeras. En 1695 la pragmática de Carlos II da poder a los justicias para realizar un registro de los gitanos que viven en su población y, en 1717, hay una orden para que se concentren en poblaciones.

Las ideas ilustradas para modernizar el país son aportadas por los borbones. Felipe V, es el primer borbón en tratar de hacerlo, muere en 1746. Le sucede Fernando VI que mantiene un periodo de paz en su reinado que es aprovechado por el marqués de la Ensenada para poner orden en el reino. Dicho orden tiene que ver con el centralismo borbónico y con dar preeminencia a la agricultura frente a la ganadería.  La ganadería había sido el impulso económico en Castilla y Andalucía, y por el contrario, las tierras se quedaban sin cultivar. Esta situación confería un enorme poder a los grandes señores.

Las nuevas leyes ilustradas tienen una difícil aceptación en este contexto. Por un lado, una fuerte resistencia por parte de los grandes señores, y por otro, una indiferencia por las capas populares. Uno de los motivos de tanta persecución de los gitanos en siglos anteriores tiene que ver con esta situación. Las órdenes contra ellos eran sistemáticamente incumplidas por dos motivos principalmente, uno es que el país estaba en guerra permanente y dedicaba recursos a la atención de ésta. Salvo levas obligatorias para la guerra o para galeras, no había tiempo ni interés en cumplir las órdenes contra los gitanos. El segundo motivo era la actividad ejercida por los calés. Se dedicaban al esquilme, a ser herreros, a ser tratantes menores de ganado en ferias, a carniceros o matarifes. Todos estos oficios estaban relacionados con la ganadería, y por tanto eran útiles a los grandes señores de Castilla y Andalucía.

En este sentido es curioso ver cómo los apellidos de mayor tradición gitana (Heredia, Vargas, Cortés, Reyes…) coinciden con los de la aristocracia de la época, lo que no significaba asimilación, sino simplemente acogimiento. Estas dos circunstancias, falta de recursos por tener que desviarlos a la guerra y el mantenimiento interesado de ciertos oficios, impidieron el cumplimiento de la persecución.

[…] es curioso ver cómo los apellidos de mayor tradición gitana (Heredia, Vargas, Cortés, Reyes…) coinciden con los de la aristocracia de la época, lo que no significaba asimilación, sino simplemente acogimiento

Con Fernando VI se trata de poner fin a esta desidia. El 30 de Julio de 1.749 tiene lugar la ominosa operación contra los gitanos. Una operación diseñada milimétricamente, con carácter militar, tendente a encarcelar todos los gitanos que habitarán España. El número de personas aprendidas varía según las fuentes. Se cifra entre 8.000 y 12.000 personas, un número marginal de personas como se puede observar. Este fue uno de los motivos de su salvación, pues lo contrario habría supuesto medidas más drásticas como las empleadas contra los judíos o moriscos.

Lo cierto es que aquel fatídico 30 de Julio, y días y semanas posteriores se sucedieron escenas y situaciones dramáticas. Familias separadas, bienes incautados, despedidas de maridos,   mujeres y de hijos, con la sensación de que no se volverían a ver nunca más. Escenas dramáticas rematadas con la muerte de algunos que trataron de fugarse, contra quienes abrieron fuego las tropas encargadas de la redada. Por lo general, la resistencia fue escasa.

Los gitanos estaban acostumbrados a los recuentos y censos de los años anteriores, y entendieron esta operación como uno más. Desconocían que en esta ocasión se trataba de una acción coordinada desde Madrid con el máximo secreto. Se habían dictado órdenes de apresamiento a todos los lugares de concentración gitana. Se destinaron fuerzas militares a los mismos con el firme propósito de acabar con el supuesto problema de una vez por todas. Incluso se contó con el beneplácito de la Iglesia para evitar el refugio en lugar sagrado; si algún gitano pedía asilo en una iglesia, tenían orden y permiso de entrar a por él.

Los principales destinos de esta pobre gente fueron, el Arsenal de la Carraca en San Fernando de Cádiz, minas de Almadén, Arsenal de Cartagena y Arsenal del Ferrol. A estos lugares se destinaban hombres y niños mayores de siete años, edad considerada apta para el trabajo. Las mujeres iban a establecimientos fabriles con los niños menores. La mayoría de ellas fueron concentradas en Málaga.

Los traslados se realizaron en las peores condiciones posibles, malos abastecimientos de alimentos y peores condiciones higiénicas. Además, los hombres iban encadenados. Desgraciadamente nos recuerda los medios de traslados de los judíos, comunistas, homosexuales y de gitanos de la Alemania nazi.

Campamento de gitanos con carromatos de Vincent Van Gogh (1888). Fuente: VincentVanGogh.org

 El objetivo inmediato del traslado de hombres a esos lugares era el de disponer de mano de obra gratuita para finalizar la construcción de los Arsenales y la explotación de las minas.

La operación diseñada por el Marqués de la Ensenada no era sencilla, debemos tener en cuenta que, dentro del universo gitano, como dentro de cualquier otro universo, la situación social de era muy variada. Junto a bohemios, trashumantes, vagos y delincuentes, la mayoría eran familias plenamente asentadas en sus poblaciones desde hacía siglos, con oficios reconocidos y transmitidos de padres a hijos. Lógicamente sus vecinos salieron en defensa de los gitanos y a los pocos meses empezaron las devoluciones a sus lugares de origen. Pero las pérdidas fueron ya irreparables, sus bienes habían sido vendidos para la financiación de la operación.

El desastre y la injusticia de la Prisión General fue inmenso. El daño causado a la etnia gitana, en la práctica, dejó huella en el nacimiento del flamenco ya que aportó un sentido trágico al concepto del arte andaluz. Hasta 1.765 duró el confinamiento de los últimos puestos en libertad. Dieciséis años, sin conocer qué delitos habían cometido. Tuvieron que soportar hambre, malas condiciones de vida, trabajos forzados, desubicación de sus lugares de origen, separación de familias y pérdida de su identidad y de sus bienes.

[…] El daño causado a la etnia gitana, en la práctica, dejó huella en el nacimiento del flamenco ya que aportó un sentido trágico al concepto del arte andaluz.

Kant decía: “nadie tiene derecho a hacerme feliz a su modo”. En 1.749, contra los gitanos, se da un anticipo de dónde acabaran las ideas ilustradas cuando de ellas se da un uso equivocado. En España se sentó un precedente de lo que vendría en el futuro. El enfrentamiento con los antiguos poderes, la Inquisición, los señoríos, la Iglesia, solo traerá un legado de derrota que propiciará la irracionalidad de una población ajena a estos cambios. De tal forma que fuerza de nuevo la unión del Trono y el Altar, volviendo la espalda a cualquier forma de modernidad. Todas las reformas de los primeros borbones propiciaran que los sectores más reaccionarios vuelvan a ganar posiciones que habían perdido y que la población se vea envuelta tanto en la ignorancia y la superstición como en la pobreza. Se dará una coalición entre las fuerzas conservadoras nobiliarias, las eclesiásticas y sectores de la población agraviados por la política ilustrada.  Entre ellos lógicamente los gitanos.

Cuando en 1.963, Ricardo Molina y Antonio Mairena, editan su Mundo y formas del cante flamenco, verdadera doctrina de la flamencología en el futuro, todos estos acontecimientos se han olvidado. En su construcción del flamenco exploran su nacimiento sobre un conjunto de ritos y símbolos gitanos. Cada cante tiene su origen en una celebración o actividad, con orígenes primitivos, que al atender a los sentimientos primarios (amor, vida, muerte, destino, tragedia, etc.) son comprensibles para cualquier ser humano. De ahí su éxito. Pero, no es historia.

[…] Cada cante tiene su origen en una celebración o actividad, con orígenes primitivos, que al atender a los sentimientos primarios (amor, vida, muerte, destino, tragedia, etc.) son comprensibles para cualquier ser humano.

En sociología se distingue entre dos visiones de la realidad. Una visión que describe los hechos desde el punto de vista de quien los vive, y otra, que lo hace desde el punto de vista del observador (etnólogo, historiador, periodista, antropólogo, etc.). Podemos poner de ejemplo lo narrado por Nigel Barley sobre la tribu de los dowayos en Camerún. Esta tribu mediante un rito limaba o arrancaba las dos paletillas frontales de los dientes de los jóvenes. Al preguntarles  por qué lo hacían, la respuesta era, porque lo hicieron los ancestros. Por eso estaba bien hecho. Al insistirles, le confesaron que era por si se les quedaba la boca pegada poderse alimentar por el agujero de las paletillas.

Como en el mito de Procusto, la visión de Molina y Mairena cae en el error, propiciado al mismo tiempo por las aportaciones de Machado y Álvarez, de centrarse en el punto de vista del agente emisor. Acomodar la realidad también a una idea preconcebida. Sin duda debido al estado del conocimiento de la época.

La aportación científica, iniciada en 1.976 por Luis Lavaur, amplia el campo de observación y trata de insertar el nacimiento del flamenco en la actividad cultural, política y social de la época. No solo en tradición oral y literaria. Tenemos así dos visiones del nacimiento del flamenco: una literaria y especulativa, y otra cultural y científica.

Ambas opciones, en todo caso, serán deudoras de los acontecimientos aquí narrados, pues de estos tenemos múltiple documentación en las letras de los cantes. Donde las referencias a la cárcel, la interioridad vivida como cárcel o el miedo a la falta de libertad, son continuas.  La cárcel está física y psíquicamente presente siempre, siendo a veces referida al ámbito de la simple delincuencia. Pero la delincuencia no era estrictamente gitana, también negros, moriscos huidos y clases humildes integran esta población delictiva. Es una época en la que la decadencia del imperio español es ya reconocible, y las clases populares deben inventarse modos de supervivencia. Curiosamente los datos contrastan esta realidad, recordemos que el número total de gitanos nunca excedió de 12.000 personas. Hacia 1.786, del análisis de las Audiencias se deduce, por número de casos juzgados, la existencia de 3.764 reos, quizás alguno más sobre una población de 10,3 millones de personas. La cifra indica la escasa repercusión de la delincuencia sobre el total de la población. Otra cosa es la idea romántica del bandolero.

Podemos definir al menos tres grandes etapas en la evolución del flamenco. Una que se pierde en la noche de los siglos y que culmina en 1.847, fecha en la que se menciona por primera vez a un artista como flamenco. Otra que va de esa fecha hasta los años 20 del siglo pasado, en la que se da la fijación de los palos y estilos que conforman el flamenco. Y una última que llega hasta nuestros días, en la que la perfección de los estilos alcanza su grado máximo, y desde mi punto de vista el toque alcanza los niveles de la música clásica.  En esta última etapa, los gitanos, que son españoles como los demás, inmersos en nuestra cultura y costumbres, alcanzan su máximo esplendor en el arte flamenco.

[…] échate un velo a la cara”, para tapar los “ojitos negros”

Es la etapa de Camarón como el artista más grande de la historia flamenca. En la etapa intermedia definida por Silverio Franconetti, un sevillano payo, los gitanos intervienen inmersos en una multitud de artistas no gitanos. Es en la primera etapa cuando se cuece a olla lenta los orígenes del flamenco, cuando las músicas traídas por árabes, judíos, indianos, negros y se mezclan con los folclores autóctonos. El teatro, importantísimo en el ocio del pueblo español, toma las músicas de la calle y las devuelve a la calle, en un ida y vuelta enriquecedor. También en esta primera etapa, se tamiza en el arte, el sufrimiento ancestral de las clases populares. En todo ese sufrimiento destacamos tres pueblos acosados en la vida social de la península: los moriscos, expulsados 300.000 de 1.609 a 1.613; los judíos, expulsados 70.000 entre 1.492 y 1.498; y los gitanos, encarcelados en 1.749, fecha reciente para influir en el flamenco. Así que, como indica el título de este artículo, no les quedaba más remedio que cantar “échate un velo a la cara”, para tapar los “ojitos negros” y pasar desapercibido en las redadas gubernamentales.


Bibliografía

El pueblo gitano contra el sistema mundo. Pastora Filigrana. Akal. 2.020

La Ilustración contra los gitanos. Antonio Zoido Naranjo. Signatura Ediciones de Andalucía. 2.009

Memorias del flamenco. Félix Grande. Espasa Calpe. 1.979

Nueva Historia del Flamenco. Juan Verguillos. Almuzara. 2.021

Historia Cultural del Flamenco. Alberto del Campo y Rafael Cáceres. Almuzara. 2.013

Historia del poder político en España. J. L. Villacañas Berlanga. RBA. 2.017.

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